El porqué de los sueños
Actualizado: 18 sept 2022

¿Por qué soñamos? ¿Qué pasa dentro de nuestros cerebros al soñar? ¿Por qué hay sueños compartidos por cientos o miles de personas? ¿Es el sueño sólo un mecanismo biológico-reparador o existe algo más en el fondo?
El estudio científico de los sueños se llama «Onirología», y a pesar de haber sueños reflejados en antiguas mitologías, religiones y filosofías, es una rama prácticamente nueva debido a que no podemos sostener un sueño, no podemos medirlo, sentirlo o probarlo. Tampoco es confiable preguntar a alguien acerca de lo que soñó, pues se estima que el 95% de los sueños se olvida tras diez minutos de haber despertado.
En 1951, el fisiólogo Eugene Aserinsky conectó a su hijo de 8 años a un electroencefalógrafo para analizar las ondas cerebrales producidas durante el sueño. Al principio no pasaba nada, pero de pronto las agujas del aparato comenzaron a agitarse rápidamente. El científico supuso que su hijo había despertado, mas al entrar a la habitación vio que seguía dormido y con bastante actividad, tanto cerebral como ocular. Aserinsky denominó a este fenómeno «Movimiento Ocular Rápido (MOR)». Futuras investigaciones concluyeron que al despertar a las personas durante esta etapa del sueño, casi siempre decían que estaban soñando. Durante esta fase, la actividad eléctrica del cerebro es bastante parecida a la propia al estar despierto —también conocida como «sueño paradoxal», nombre basado en la paradoja de que, aunque es cuando más relajado está el cuerpo, es cuando más fácil se despierta el sujeto—, la gran diferencia radica en el bloqueo de la producción de químicos como noradrenalina, serotonina e histamina, lo que causa que los músculos dejen de moverse. Durante las demás fases del sueño —que comprenden el 75% restante—, el ADN se repara y el organismo recarga las pilas para el día siguiente.
Hasta ahí todo bien pero ¿por qué soñamos? Muchas teorías son variantes de la idea de que mientras dormimos, la parte inconsciente de nuestro cerebro está ocupada organizando recuerdos y fortaleciendo conexiones creadas durante el día y deshaciéndose de memorias inútiles, lo cual sería bastante útil en el futuro. Estos recuerdos y conexiones son detectados por nuestra parte consciente como impulsos eléctricos, lo cual "saca de onda" a nuestro córtex cerebral y no sabe qué hacer, así que su mejor manera de proceder es creando una historia cohesiva con esos datos, concibiendo un sueño. Esto explicaría por qué usualmente nuestros sueños son tan fantásticos y azarosos.
Bajo esta línea de pensamiento, los sueños son un epifenómeno —término utilizado en psicología para explicar la relación entre la actividad cerebral y la actividad del alma o de la mente—: no son un proceso con intenciones primarias, sino la consecuencia de un proceso más importante que ocurre lejos de toda conciencia. Pero no todos los científicos piensan de esa manera, algunos creen que sirven como propósito principal: prepararnos ante amenazas. Dan forma a esa lógica porque tras un sueño, las emociones prevalencientes son negativas: tristeza, enojo, ansiedad, etc. La teoría se basa en que en los albores de la humanidad, no teníamos la más mínima idea de los peligros que podríamos enfrentar en el día a día, así que, para prepararnos, nuestro cerebro simularía situaciones inquietantes mientras dormíamos, para prevenir un terrible desenlace ante circunstancias similares. Así que, aquellos que tenían los peores sueños, estaban mejor preparados para la supervivencia.

Nietzche decía que el origen del alma y el mundo metafísico surgen gracias a los sueños, pues, durante el sueño, el hombre atávico conoce un segundo mundo tan real como en el que nos encontramos en este momento. Es por eso que surge la concepción de una envoltura material que recubre nuestro verdadero ser. «Lo muerto continúa viviendo, pues se presenta a los vivos durante el sueño».
Desde una perspectiva psicoanalítica, Freud en su obra La interpretación de los sueños afirma que son una forma de vivir nuestros deseos inconscientes, de manera que la interpretación de los mismos podría dar luz a entes o problemas psíquicos de los cuales no estaríamos siquiera enterados.
En épocas remotas se confería gran poder a aquellos que pudiesen descifrar sueños, ya que el destino de naciones enteras dependía de ellos. El Antiguo Testamento cuenta la historia de José, convocado para interpretar el sueño del faraón en el que aparecían siete vacas “cebadas” y siete “raquíticas”. José confió en Dios, que le permitió comprender que aquello significaba años de plenitud para el reino, seguidos de una terrible hambruna. Así como el profeta Daniel revelaría el significado al rey Nabucodonosor de un sueño que ni él mismo recordaba pero el cual le preocupaba profundamente.

Y quizá los sueños realmente sean premonitorios, pues diez días antes de ser asesinado, cuenta Abraham Lincoln lo siguiente:
«Oía sollozos quedos, como si varias personas estuviesen llorando. Decidí salir de la cama y bajar las escaleras. Allí el silencio se rompió con los mismos sollozos tristes, pero los dolientes eran invisibles. Fui de habitación en habitación: no había un alma, pero esos sonidos de pena y aflicción iban recibiéndome a mi paso […]. Seguí hasta llegar a la Sala Este, en la que entré. Allí me encontré una sorpresa repugnante. Ante mí había un catafalco, sobre el que descansaba un cadáver envuelto en una mortaja. Lo rodeaban soldados que hacían guardia; y había un gran gentío, algunos contemplando con gesto lúgubre el cadáver, que tenía la cara cubierta, otros sollozando lastimosamente. ‘¿Quién ha muerto en la Casa Blanca?’, pregunté a uno de los soldados. ‘El presidente’, respondió, ‘¡lo ha matado un asesino!’. Entonces se elevó de entre la multitud un estallido de congoja, que me arrancó del sueño».
Sin embargo, a pesar de haber tantas teorías al respecto, no se logra llegar a un acuerdo por falta de pruebas científicas, hasta ahora todo es especulación y fantasía. Piénsenlo de esta manera: conocemos la Nebulosa del Águila, una estructura estelar a más de 6,500 años luz, sabemos de qué está formada, que mide aproximadamente 90 billones de kilómetros, sabemos qué la causó y dónde estará en 750 millones de años, pero anoche soñamos y no sabemos por qué; un proceso inherente a la vida y lo desconocemos totalmente. Hay grandes misterios en el universo, pero definitivamente los más díficiles de comprender se hayan dentro de nuestras cabezas.