top of page

El capricho intempestivo

Actualizado: 9 ago

¡Oh, dulces vientos que de día portan su aroma y de noche congelan el alma! ¿Bajo qué excusa me atormentan silbando nombres prohibidos y fantasías derrumbadas? La libertad se pudre y muestra el veneno que yacía en lo más recóndito de los corazones humanos mientras lloro a los pies del páramo inhóspito y estéril, suplicándole a los dioses que resarzan aquellos errores que amargan eternidades infinitas.


¡Oh, suavidad omnipresente y celestial! Tu transitar por el firmamento rememora aquellos labios que adoré a contracorriente, que devoré a sabiendas del caótico laberinto en el que me adentraba. ¡Desaparece ahora mismo! Te lo ordeno: atiborra la bóveda celeste con tu ausencia y concédeme la tan ansiada y emancipadora amnesia. ¡Apiádate de este pobre perro triste y vagabundo y pártelo a la mitad con un destello!


¡Oh, bella rosa palpitante y ensangrentada! Bailas libremente al ritmo del destino y apuñalas con tus espinas a los bufones y trovadores que viajan buscando mitos y verdades. Uno tras otro, cae el ejército de peones embistiendo a la reina, desconociendo la braveza y la soltura con la que degolla cerdos y gallinas. ¡Corre! ¡Corre y no mires atrás! A no ser que busques naufragar en el mar de la locura y ahogarte entre cadáveres y serpientes.


¡Oh, diáfanos elipses y luceros que embelesan y condenan! Una simple mirada funde espadas y armaduras e incita a la embriaguez del canto poético. Las piernas se estremecen como signo de pavor y respeto, y la lengua calla y se enreda por haber aprendido su lección. El flujo de los astros juega a ser un fantasma, evadiendo vocablos y ojeadas, y el porvenir presagia muerte y demencia: el ciclo de la vida.


¡Oh, tierna y sublime posteridad! No te olvides de uno de tus más fieles creyentes, de aquel que mediante gritos y sollozos te invoca para ahuyentar las aflicciones que carcomen y emponzoñan los paisajes del presente por cobardía a afrontar los látigos y heridas correspondientes. No permitas que estos huesos se marchiten ni estas venas se entumezcan. ¡Aprisiona el tiempo y confíname a la esclavitud! ¡Premia mi devoción y borra todo lo que he sido! ¡Constata tu divinidad y compadécete de un lastimero insecto a medio morir!


¡Oh, repugnante y rabiosa casualidad! Me has traído a este mundo deplorable y desgraciado, no sin antes desnudarme y burlarte de mi mortalidad. Te maldigo una y mil veces, confiando que hayamos quedado a mano.

0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page