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La espiral del silencio

En 1977, Elisabeth Noelle-Neumann, politóloga alemana, publica el libro La espiral del silencio. Opinión pública: nuestra piel social, en el cual habla sobre cómo la opinión pública es una forma de control social y de cómo los individuos moldean su comportamiento basado en lo aceptado socialmente. En otras palabras, lo que expresamos está definido por la aceptación que tendrá y lo que callamos en la negativa que causará.



La espiral del silencio se fundamenta en cuatro principios:


  1. Somos animales sociales.

  2. La sociedad nos amenaza de manera constante con aislarnos.

  3. Continua e inevitablemente consultamos la opinión pública.

  4. Ya conociendo la opinión mayoritaria, decidimos si opinar o callar.


Y a ver, aquí profundizaré un poco en estas cuatro premisas que Noelle-Neumann acepta apriorísticamente.


Contrario al ser humano, los pandas son animales solitarios, tanto que hemos tenido que obligarlos a aparearse desde hace décadas o ya se habrían extinto, y obviamente hay humanos que pasan toda su vida solos, pero en general somos una especie gregaria, con idiomas y construcciones sociales. Un humano que nace y es abandonado, muere a las pocas horas o días.


Al ser una especie basada en la comunidad, lo peor que nos pueden hacer es aislarnos, de ahí que sea uno de los peores males y busquemos constantemente encajar en la opinión pública; en caso de no pertenecer al dictamen mayoritario, somos atacados, vilipendiados, insultados y cancelados.


Fuente: neuromarketing.la

¿Cómo se forma la opinión de las masas?


Existen dos fuerzas que reprimen los pensamientos divergentes: la opinión pública y la opinión mediática.


La opinión pública está formada por todas esas personas, individuos o entidades legales que manifiestan o enuncian su parecer sobre un tema, mientras que la opinión mediática, en teoría, es imparcial y su finalidad es meramente informativa.


Aquí ya hay muchos problemas, porque, para empezar, la opinión mediática jamás será imparcial, pues está financiada por algún señor blanco privilegiado que busca proteger sus propios intereses, lo cual impide conocer la verdad en toda su extensión. Jeff Bezos, el segundo hombre más rico del mundo, es dueño de The Washington Post, Twitter recientemente fue comprado por Elon Musk, el hombre más rico del mundo, y Tv Azteca es propiedad de Ricardo Salinas Pliego, el tercer hombre más rico de México. La lista es larga y podría seguir hasta que me sangren los dedos, pero creo que se entendió el punto.


La opinión pública, a su vez, se forma a través de los medios de comunicación, o sea, través de lo que Bezos, Musk o Salinas Pliego quieren que sepamos, pensemos y digamos. Inocente palomita, ¿creías que la libertad de expresión existía? Existe siempre y cuando digamos lo que la gente con dinero quiere que digamos, de lo contrario acabamos en una zanja; he ahí la espiral del silencio.



Y eso no es todo, pues, visto desde una perspectiva psicoanalítica, posestructuralista y lacaniana, el inconsciente es el discurso del otro; esto significa que desde que aprendemos a hablar, absorbemos ideologías, deseos, sueños, anhelos y mucho pero mucho más; aprendemos lo que está bien y lo que está mal a través del lenguaje, por cómo hemos sido validados a través de los años. De la misma manera en que una madre regaña a un pequeñuelo al decir una grosería, un grupo condena a un individuo por manifestar sus doctrinas políticas.


Entonces no, no existe el discurso libre; nuestro modo de vivir está siendo eternamente juzgado, analizado y criticado por múltiples fuerzas: la sociedad, las consecuencias, el inconsciente, etcétera. No existe la libertad ni siquiera en el pensamiento, pues adoptamos como verdadero aquello que nos enseñaron, muchas veces sin siquiera cuestionarlo (personalmente, siempre cuestioné todo, pero claro que me salían con "porque soy tu mamá y me tienes que hacer caso". Lamentable).


¿La solución?


En fin, otro problema complejo que requiere soluciones complejas; de existir una solución inmediata o fácil, ya se habría puesto en práctica. Mientras sigamos siendo animales sociales, lo más probable es que continuemos pudriéndonos por encajar, por ser parte de la comunidad, a pesar de que eso signifique callar y asentir cuando queramos gritar y discutir.


Noelle-Neumann dice que solamente a través de la alta educación o el elevado nivel socioeconómico es como se deja de temer el aislamiento, por eso vemos a doctores en Historia hablando sobre la reivindicación agraria o a Salinas Pliego dando conferencias sobre cómo ser un emprendedor (a pesar de que diga puras estupideces), y la gente les cree, porque confían en que saben de lo que hablan. Como no todos podemos crear acuerdos corruptos con gobiernos neoliberales para que se "hagan de la vista gorda" ante irregularidades fiscales, parece ser que, una vez más, la solución es informarse, y, claro, dejar de temer al aislamiento. De todos modos, ¿quién quiere ser parte de una manada ignorante y muda?

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